Tinteros, aljibe, diccionarios y libros de regalo para los mejores promedios

Por estas horas, en el marco del Centenario del Colegio Nacional de Trelew, compartió los recuerdos que su memoria le traen, cuando fue alumna en el viejo edificio de la calle Sarmiento, siendo su primer contacto con el establecimiento en el año 1939.
Compartió con EL CHUBUT su relato: «Veo emocionada que mi querido Colegio Nacional cumple 100 años. Los recuerdos se agolpan en mi memoria, me veo con mi mamá, llegando al edificio de la calle Sarmiento, para inscribirme en 1º Año, corría el año 1939. Nos detiene una puerta cancel, pasamos y nos enfrenta un patio interior donde florea un antiguo aljibe, que servía también como destino a los alumnos que, por conversar, los profesores sacaban de clase».
Sobre mano derecha «funcionaba la Secretaría a cargo del señor Sánchez, a continuación, en la esquina, funcionaba la Rectoría a cargo del señor Natt Kemper. Recuerdo a aquellos profesores, Marcos Pfefferman en Matemática; profesor Ambrosini en Historia, Sánchez en Caligrafía y Escritura, el señor Azpeitia en Biología, el profesor Moreno, monsieur Bois en Francés».
Asimismo, Ana Argelia recordó a quien fuera portero del Colegio, «un personaje, Pedro Crotta, portero del colegio, que ayudaba a los alumnos cuando algo olvidaban, a veces un diccionario o cuando repartía los tinteros los días de caligrafía. Había una Asociación Cooperadora presidida por el señor Ochoa, que premiaba a los mejores alumnos con libros».
Entre los compañeros y compañeras de su curso recordó que eran 41, entre otros, «Alejandro Poppe, Alberto Wirth, Aída Pérez, Dina San Emeterio, Oscar Prieto, Diógenes Varela Díaz, entre otros». Y José María Sáez, fundador de diario EL CHUBUT, senador de la Nación, dirigente deportivo, ministro de Bienestar Social, fallecido en setiembre del 2011.
La memoria de Argelia le hizo recordar los atavíos, las mujeres «íbamos con uniforme blanco y los varones tenían también un uniforme que no muchos respetaban, pero iban correctamente vestidos. Había alumnos de pueblos cercanos que volvían a sus casas el fin de semana, también muchos del sur, de Comodoro, hasta de Río Gallegos, que vivían pensionados en casas de familias. También había alumnos adscriptos que venían a dar examen».
En esos tiempos, la calefacción era a través de estufas a leña: «Los inviernos eran bastante crudos, había estufas a leña, lo que nos obligaba a ir muy abrigados. Las clases de educación física se daban en una chacra cercana. Las clases de música tenían horario especial. El 21 de septiembre se organizaba un picnic, en el que compartían un asado profesores y alumnos, en la chacra de San Cristóbal, siempre había algún camión o vehículo que nos ayudaba a llegar.
«Para fin de año se realizaba la velada de gala en el Teatro Español, que era esperada por el Pueblo, también se editaba una revista», memoró.