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El segundo ciclo de Gallardo en River no arranca y acumula decepciones
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El segundo ciclo de Gallardo en River no arranca y acumula decepciones

En lo que va del año, perdió por penales la Supercopa Internacional contra Talleres, quedó eliminado en cuartos de final del Torneo Apertura ante Platense (también por penales), no pasó la fase de grupos del Mundial de Clubes y ahora le sumó la eliminación en cuartos de Libertadores ante Palmeiras.

Por REDACCIÓN SUPERDEPOR

River mordió el polvo otra vez este año. Lo hizo en su objetivo máximo: la Copa Libertadores. Una eliminación que duele mucho en el seno riverplatense y se acumula a las frustraciones de esta temporada, en el segundo ciclo de Marcelo Gallardo como entrenador, que hasta el momento sólo conoce derrotas.

La actualidad de este River contrasta mucho con la primera etapa del Muñeco. Se hizo cargo del equipo, en lugar del renunciante Ramón Ángel Díaz, en junio de 2014 y a fin de ese año obtuvo la Copa Sudamericana, con eliminación ante Boca en semifinales incluida y puso fin a una sequía internacional de 17 años, y finalizó segundo en el torneo que ganó Racing Club.

En lo que va del año, el River de Gallardo perdió por penales la Supercopa Internacional contra Talleres de Córdoba, quedó eliminado en cuartos de final del Torneo Apertura ante Platense (también por penales) y no pasó la fase de grupos del Mundial de Clubes con una pálida imagen ante Inter de Italia que terminó en escándalo con la expulsión de Marcos Acuña.

Las decepciones vienen de arrastre. Gallardo, el DT más ganador en la historia de River, volvió en agosto de 2024 en lugar de Martín Demichelis, quien en su breve paso obtuvo la Liga Profesional 2023 y la Supercopa Internacional 2024, pero le costó caro un desliz mediático que parte de su plantel le recriminó y resquebrajó la relación.

En ese regreso, que se gestó en tiempo récord, Gallardo encaminó a River a las semifinales de la Copa Libertadores, donde se desmoronó ante Atlético Mineiro con la goleada 3-0 en Brasil y el empate sin goles en el Monumental, a pesar de una bienvenida histórica.

La llegada de Gallardo abrió la billetera en River. Nombres como Gonzalo Montiel, Marcos Acuña, Germán Pezzella, Kevin Castaño, Gonzalo Tapia, Matías Rojas, Maximiliano Meza, Fabricio Bustos, Gonzalo Martínez, Lucas Martínez Quarta y más acá en el tiempo Juan Fernando Quintero, Sebastián Driussi, Juan Carlos Portillo, Matías Galarza Fonda y Maximiliano Salas, generaron ilusión en el hincha. Un gasto de 64.7 millones de euros sobre la base de 16 futbolistas.

Los abundantes millones, con la venta de Franco Mastantuono al Real Madrid en el medio, no rindieron lo esperado. Y Gallardo, con los dirigentes riverplatenses apoyados en su enorme figura, aparece como el máximo responsable, teniendo en cuenta que en la mayoría de ellos tuvo incidencia directa, incluso con llamada al futbolista para convencerlo.

El hincha, que todavía banca a Gallardo, vivió con frustración un 2024 flojo aunque fue paciente con el trabajo de un apellido pesado en la historia del club, a la espera de la pretemporada. Lo cierto es que River no se asentó, más allá de algún que otro partido correcto, y no pudo ganar partidos clave. 

La sensación es que Gallardo no le encuentra la vuelta al equipo. La adaptación a un club tan grande como River no es sencilla, pero algunas fallas puntuales en determinados jugadores precipitan el enojo del hincha que ya percibe el final de ciclo en nombres como Nacho Fernández, Pity Martínez, Milton Casco y Enzo Pérez.

El River de Gallardo, que sigue aprisionado por la nostalgia que le genera el histórico título en Madrid 2018 frente a Boca, no transmite la seguridad de antes. El propio entrenador, con planteamientos equivocados y cambios demorados, tropieza con sus propios errores como antes no ocurría; cuando lucía infalible. 

Durante su primer ciclo también tuvo momentos críticos, pero generalmente lo resolvió con la obtención de un título, a diferencia de un 2022 aciago que marcó su salida.

River marcha segundo en la zona B del Torneo Clausura, detrás del líder Deportivo Riestra, su próximo rival en un Monumental que expresará su descontento por un presente a los tumbos.

El 2 de octubre se jugará una final anticipada ante Racing. El cruce por los cuartos de final de la Copa Argentina se antoja como el gran objetivo después del desencanto continental. Ante un rival clásico y cuya relación institucional se vio alterada por la polémica salida de Maxi Salas.

Más adelante aparece el Superclásico en La Bombonera con un Boca en levantada. Si bien no definiría nada, cualquier mal resultado ante el rival de toda la vida genera una caja de resonancia.

River, en un año de elecciones con Stéfano Di Carlo como principal candidato para suceder a Jorge Brito, estará obligado a ganar lo que le queda para finalizar el 2025 de manera decorosa. Por historia, pero también por tener un plantel destacado, uno de los más importantes del fútbol argentino. 

Entretanto, Gallardo choca con una realidad difícil por una vara tan alta que él mismo fomentó durante ocho años, con títulos de por medio, donde el hincha le creyó cada palabra. El crédito sigue abierto, el Muñeco lo sabe 

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El segundo ciclo de Gallardo en River no arranca y acumula decepciones

En lo que va del año, perdió por penales la Supercopa Internacional contra Talleres, quedó eliminado en cuartos de final del Torneo Apertura ante Platense (también por penales), no pasó la fase de grupos del Mundial de Clubes y ahora le sumó la eliminación en cuartos de Libertadores ante Palmeiras.

River mordió el polvo otra vez este año. Lo hizo en su objetivo máximo: la Copa Libertadores. Una eliminación que duele mucho en el seno riverplatense y se acumula a las frustraciones de esta temporada, en el segundo ciclo de Marcelo Gallardo como entrenador, que hasta el momento sólo conoce derrotas.

La actualidad de este River contrasta mucho con la primera etapa del Muñeco. Se hizo cargo del equipo, en lugar del renunciante Ramón Ángel Díaz, en junio de 2014 y a fin de ese año obtuvo la Copa Sudamericana, con eliminación ante Boca en semifinales incluida y puso fin a una sequía internacional de 17 años, y finalizó segundo en el torneo que ganó Racing Club.

En lo que va del año, el River de Gallardo perdió por penales la Supercopa Internacional contra Talleres de Córdoba, quedó eliminado en cuartos de final del Torneo Apertura ante Platense (también por penales) y no pasó la fase de grupos del Mundial de Clubes con una pálida imagen ante Inter de Italia que terminó en escándalo con la expulsión de Marcos Acuña.

Las decepciones vienen de arrastre. Gallardo, el DT más ganador en la historia de River, volvió en agosto de 2024 en lugar de Martín Demichelis, quien en su breve paso obtuvo la Liga Profesional 2023 y la Supercopa Internacional 2024, pero le costó caro un desliz mediático que parte de su plantel le recriminó y resquebrajó la relación.

En ese regreso, que se gestó en tiempo récord, Gallardo encaminó a River a las semifinales de la Copa Libertadores, donde se desmoronó ante Atlético Mineiro con la goleada 3-0 en Brasil y el empate sin goles en el Monumental, a pesar de una bienvenida histórica.

La llegada de Gallardo abrió la billetera en River. Nombres como Gonzalo Montiel, Marcos Acuña, Germán Pezzella, Kevin Castaño, Gonzalo Tapia, Matías Rojas, Maximiliano Meza, Fabricio Bustos, Gonzalo Martínez, Lucas Martínez Quarta y más acá en el tiempo Juan Fernando Quintero, Sebastián Driussi, Juan Carlos Portillo, Matías Galarza Fonda y Maximiliano Salas, generaron ilusión en el hincha. Un gasto de 64.7 millones de euros sobre la base de 16 futbolistas.

Los abundantes millones, con la venta de Franco Mastantuono al Real Madrid en el medio, no rindieron lo esperado. Y Gallardo, con los dirigentes riverplatenses apoyados en su enorme figura, aparece como el máximo responsable, teniendo en cuenta que en la mayoría de ellos tuvo incidencia directa, incluso con llamada al futbolista para convencerlo.

El hincha, que todavía banca a Gallardo, vivió con frustración un 2024 flojo aunque fue paciente con el trabajo de un apellido pesado en la historia del club, a la espera de la pretemporada. Lo cierto es que River no se asentó, más allá de algún que otro partido correcto, y no pudo ganar partidos clave. 

La sensación es que Gallardo no le encuentra la vuelta al equipo. La adaptación a un club tan grande como River no es sencilla, pero algunas fallas puntuales en determinados jugadores precipitan el enojo del hincha que ya percibe el final de ciclo en nombres como Nacho Fernández, Pity Martínez, Milton Casco y Enzo Pérez.

El River de Gallardo, que sigue aprisionado por la nostalgia que le genera el histórico título en Madrid 2018 frente a Boca, no transmite la seguridad de antes. El propio entrenador, con planteamientos equivocados y cambios demorados, tropieza con sus propios errores como antes no ocurría; cuando lucía infalible. 

Durante su primer ciclo también tuvo momentos críticos, pero generalmente lo resolvió con la obtención de un título, a diferencia de un 2022 aciago que marcó su salida.

River marcha segundo en la zona B del Torneo Clausura, detrás del líder Deportivo Riestra, su próximo rival en un Monumental que expresará su descontento por un presente a los tumbos.

El 2 de octubre se jugará una final anticipada ante Racing. El cruce por los cuartos de final de la Copa Argentina se antoja como el gran objetivo después del desencanto continental. Ante un rival clásico y cuya relación institucional se vio alterada por la polémica salida de Maxi Salas.

Más adelante aparece el Superclásico en La Bombonera con un Boca en levantada. Si bien no definiría nada, cualquier mal resultado ante el rival de toda la vida genera una caja de resonancia.

River, en un año de elecciones con Stéfano Di Carlo como principal candidato para suceder a Jorge Brito, estará obligado a ganar lo que le queda para finalizar el 2025 de manera decorosa. Por historia, pero también por tener un plantel destacado, uno de los más importantes del fútbol argentino. 

Entretanto, Gallardo choca con una realidad difícil por una vara tan alta que él mismo fomentó durante ocho años, con títulos de por medio, donde el hincha le creyó cada palabra. El crédito sigue abierto, el Muñeco lo sabe 

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