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«La hinchada y la dirigencia siempre me ayudaron»
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«La hinchada y la dirigencia siempre me ayudaron»

Rubén Lencina, alias «Cama vieja», vino desde su Misiones natal a Morón, de ahí hasta la Patagonia, recalando directamente en el Club Huracán.

Por REDACCIÓN SUPERDEPOR

«Los mejores recuerdos para un gran club, con gente de palabra, mirá, aunque yo le brindé todo lo que pude a través de mi fútbol, siempre estaré en deuda con la dirigencia y con la hinchada», comenzaba recordando Lencina.
.- Rubén, anédoctas y recuerdos miles. 
.- Recuerdo una tarde que Dios me iluminó y metí los cuatro goles a Racing, al recordado «Gordo» Oca». Eso me valió comenzar a ser parte de la historia del fútbol zonal.  

LA CANCHA SE LLENABA 
 Rubén recuerda con una sonrisa aquella época dorada:
 «La cancha se llenaba de bote a bote, ya el jueves se empezaba a jugar el clásico. También tuve la suerte de jugar en la selección de acá, y hasta me animé a jugar de 7. En una oportunidad lo hicimos contra un equipo de Estrellas de Boca. Recuerdo que me marcó Silvio Marzolini y esa tarde anduve bien y ni me vio. Yo tenía tardes en la que estaba inspirado y tardes que estaba triste. Los muchachos del tablón me decían a veces que me vaya a bailar. 
«Se armó un gran plantel, una gran Comisión Directiva con Don Atilio Viglione, Maza, Rijavec, Teixeira, fue una muy linda época. Ese equipo jugó hasta el 77, 78»
«Yo luego participé en la primera Escuela de fútbol del club. Estaba el «Loro» Silveira en básquet y yo en fútbol. Darwin Williams era el presidente». 
«La hinchada y la dirigencia siempre lo ayudaron, como para su casamiento en el año 76. Me lo pagaron ellos; el club estaba lleno, había de todo, todo casero».

EL ACCIDENTE
«Cuando me accidenté, me enviaban dinero para que yo pudiera recuperarme. El Dr Atilio Viglione ocupa un lugar privilegiado en mi vida. Atilio fue mi abuelo, mi tío, mi papá, mi amigo. Estuve al lado de un número uno. Un visionario. El ayudaba, si podía, a todos. Estuve cuatro años en el Sanatorio». 
«Yo lo veía todos los días; iba a la casa todos los días. Nunca perdí el contacto, el tenía algo mágico que era estar con él, sus pocos y sanos consejos de vida». 

LOS HINCHAS ME QUERIAN MUCHO
El amor incondicional con los hinchas del Globo quizás nació esa tarde, en la que jugó 45 minutos, en la que el técnico le tiró una camiseta número 4, y entró y brilló: «La maté de pecho así, miré para el costado, me posicioné, me gustaba matar la pelota, me salió el dos, el arquero no sabía para dónde agarrar; yo jugaba de 10, la zurda no la usé nunca. Y de zurda se la mandé así, de chanfle despacito, se tiró para acá y lo dejé pagando».

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«La hinchada y la dirigencia siempre me ayudaron»

Rubén Lencina, alias «Cama vieja», vino desde su Misiones natal a Morón, de ahí hasta la Patagonia, recalando directamente en el Club Huracán.

«Los mejores recuerdos para un gran club, con gente de palabra, mirá, aunque yo le brindé todo lo que pude a través de mi fútbol, siempre estaré en deuda con la dirigencia y con la hinchada», comenzaba recordando Lencina.
.- Rubén, anédoctas y recuerdos miles. 
.- Recuerdo una tarde que Dios me iluminó y metí los cuatro goles a Racing, al recordado «Gordo» Oca». Eso me valió comenzar a ser parte de la historia del fútbol zonal.  

LA CANCHA SE LLENABA 
 Rubén recuerda con una sonrisa aquella época dorada:
 «La cancha se llenaba de bote a bote, ya el jueves se empezaba a jugar el clásico. También tuve la suerte de jugar en la selección de acá, y hasta me animé a jugar de 7. En una oportunidad lo hicimos contra un equipo de Estrellas de Boca. Recuerdo que me marcó Silvio Marzolini y esa tarde anduve bien y ni me vio. Yo tenía tardes en la que estaba inspirado y tardes que estaba triste. Los muchachos del tablón me decían a veces que me vaya a bailar. 
«Se armó un gran plantel, una gran Comisión Directiva con Don Atilio Viglione, Maza, Rijavec, Teixeira, fue una muy linda época. Ese equipo jugó hasta el 77, 78»
«Yo luego participé en la primera Escuela de fútbol del club. Estaba el «Loro» Silveira en básquet y yo en fútbol. Darwin Williams era el presidente». 
«La hinchada y la dirigencia siempre lo ayudaron, como para su casamiento en el año 76. Me lo pagaron ellos; el club estaba lleno, había de todo, todo casero».

EL ACCIDENTE
«Cuando me accidenté, me enviaban dinero para que yo pudiera recuperarme. El Dr Atilio Viglione ocupa un lugar privilegiado en mi vida. Atilio fue mi abuelo, mi tío, mi papá, mi amigo. Estuve al lado de un número uno. Un visionario. El ayudaba, si podía, a todos. Estuve cuatro años en el Sanatorio». 
«Yo lo veía todos los días; iba a la casa todos los días. Nunca perdí el contacto, el tenía algo mágico que era estar con él, sus pocos y sanos consejos de vida». 

LOS HINCHAS ME QUERIAN MUCHO
El amor incondicional con los hinchas del Globo quizás nació esa tarde, en la que jugó 45 minutos, en la que el técnico le tiró una camiseta número 4, y entró y brilló: «La maté de pecho así, miré para el costado, me posicioné, me gustaba matar la pelota, me salió el dos, el arquero no sabía para dónde agarrar; yo jugaba de 10, la zurda no la usé nunca. Y de zurda se la mandé así, de chanfle despacito, se tiró para acá y lo dejé pagando».

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