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Carlos Lorenzo y toda una vida con el rugby formativo
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Carlos Lorenzo y toda una vida con el rugby formativo

En contacto con Diario EL CHUBUT, «Lámpara» Lorenzo expresó cómo fueron los inicios del rugby infantil. Las vivencias y anécdotas de una actividad, que aún, vive en primera persona.

Carlos Lorenzo.
Por REDACCIÓN SUPERDEPOR

¿Cómo nace tu interés por el rugby infantil?
«El inicio de Bigornia en el año 1977 yo era el más joven jugador de la primera división. Debuté antes de los 18 años -el reglamento lo permitía en aquellos tiempos-. Junto a mí, subieron a la primera Gerardo Frisson y Horacio García.  Yo era soltero y con tiempo por lo que se me ocurrió empezar a reunir a los  hijos de mis compañeros y empezar a formarlos en el deporte. Incluso ese año que no había nadie que hiciera rugby infantil, viajamos a Neuquén con una veintena de nenes».
¿Te acordás cómo era la actividad por aquellos años?
«Sobre finales del año 1978, pero de una manera muy informal, nació de la mano del Negro Freyer en Pato (Patoruzú RC) y Víctor Moscon Iglesias en Madryn. También jóvenes jugadores de las primeras de nuestros clubes. Ellos también comenzaron a formar chicos y así se inicia como todas las cosas. Ya en 1979 empieza con alguna formalidad esporádica pero ya hay rugby infantil en la zona. De hecho nosotros viajamos con dos colectivos a Neuquén. Allí, en el Alto Valle, de la mano de Arpayou nos recibían. Neuquen RC nació en 1976 y le dieron manija de entrada al rugby infantil».
¿Siempre estuviste con el rugby formativo?
«Tuve un par de épocas cortas en donde el club me convocó, en una oportunidad, para manejar un par de años la primera división y no hace mucho una división juvenil donde hoy hay varios de esos chicos en primera. Pero fueron períodos cortos, siempre estuve en el rugby infantil».
¿Me imagino, que recuerdos y anécdotas sobran?
«Hay muchos recuerdos. De los buenos y de los amargos. Son tantos años que siempre pasa alguna desgracia y es así. Varios de mis alumnos han fallecido en diversas circunstancias y eso me ha generado mucha angustia. Pero también son tantos los buenos momentos y las anécdotas que se generan a diario que en el balance la vida me ha deparado incontables alegrías. Siempre tengo el mejor de los recuerdos de Dieguito García Cavin, Fede Cibeira, Joaco Macedo, Axel Corti y Ema Pires... Los recuerdo con alegría pero también juzgo lo ingrata que es la vida muchas veces».
¿Recordás el inicio de los encuentros? 
«Los encuentros de rugby formales empezaron en 1980. Ese año nosotros trajimos a Belgrano Athletic. Llegaron en avión. Fue una experiencia tremenda. Los chicos no conocían las piedras, asi que además de jugar al rugby hicieron campeonatos de romper vidrios -recuerda como si hubiera sido ayer y a la vez se lamenta-. Me acuerdo el problema que tuvimos, producto de que se juntaron varios y le dieron duro a los ventanales. Fue terrible -exclama-. En ese viaje vino Lisandro Arbizu que con el tiempo fue capitán de los Pumas».
 

El maestro, en tiempo de pandemia

A Carlos Lorenzo, también le tocó afrontar la pandemia del coronavirus. Pero lejos de amedrentarse, el maestro tomó las herramientas y no detuvo su marcha de enseñanza. «Hemos sobrevivido a la pandemia. Yo daba clases por Zoom, con ejercicios incluidos a una división de ocho años. Si pasamos esa, todos los clubes estamos para mucho más. Creo que se ha crecido mucho, creo que se puede mucho mas. La escala no la debe dar la cantidad de gente que vive en la zona. La escala la debe dar nuestra dedicación. Me gustaría ver a los clubes adentro de las escuelas formando jugadores. Quizás falta aún tener mayor cantidad de maestros. Es cierto, pero con el número que hay, bien se podría lograr mucha más práctica. En mi club siemre lo reclamo, pero debo reconocer que estamos bien. Tenemos capacitación, organicidad y formalidad». 

Los viajes en colectivo, vivencias  inolvidables

«Las vivencias de los viajes no tienen desperdicios. En el año 1983 viajamos en un colectivo de 42 pasajeros 56 chicos y varios adultos a Paraná. Ibamos sentados de a tres. Fueron 36 horas. Esas patriadas no se hacen más. Este año fui con mi división a ver a los Pumas pero en avión. En verdad son cientos de viajes. Todos dejan buenas anécdotas. Sensacionales. En el año 1983 en una parada en San Antonio, en el kiosco le vendían revistas de mayores a los chicos, pleno destape en el inicio de la democracia. El lio que tuvimos para secuestrar toda la bibliograféa fue tremenda. Así eran todos los viajes, gracias a Dios nunca un problema que no se pueda resolver».

La anécdota con Andrés Yllana

Entre tantas anécdotas, «Lámpara» recuerda el paso del capitalino Andrés Yllana -ex jugador profesional de fútbol- por el rugby. «Jugaba muy bien. Pero era de los que te hacían renegar. Era Daniel El Terrible. Un dia me enojé y lo saqué a un costado de la cancha castigado por su comportamiento. Cuando me quise acordar ya no estaba en el club. Lo buscamos preocupados por todas partes, Y dónde estaba?- en Germinal. Recuerdo que estaba atajando (se ríe) y ahi quedó. Así que triunfó en el fútbol gracias a mí, que le di un escarmiento».
 

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Carlos Lorenzo y toda una vida con el rugby formativo

En contacto con Diario EL CHUBUT, «Lámpara» Lorenzo expresó cómo fueron los inicios del rugby infantil. Las vivencias y anécdotas de una actividad, que aún, vive en primera persona.

¿Cómo nace tu interés por el rugby infantil?
«El inicio de Bigornia en el año 1977 yo era el más joven jugador de la primera división. Debuté antes de los 18 años -el reglamento lo permitía en aquellos tiempos-. Junto a mí, subieron a la primera Gerardo Frisson y Horacio García.  Yo era soltero y con tiempo por lo que se me ocurrió empezar a reunir a los  hijos de mis compañeros y empezar a formarlos en el deporte. Incluso ese año que no había nadie que hiciera rugby infantil, viajamos a Neuquén con una veintena de nenes».
¿Te acordás cómo era la actividad por aquellos años?
«Sobre finales del año 1978, pero de una manera muy informal, nació de la mano del Negro Freyer en Pato (Patoruzú RC) y Víctor Moscon Iglesias en Madryn. También jóvenes jugadores de las primeras de nuestros clubes. Ellos también comenzaron a formar chicos y así se inicia como todas las cosas. Ya en 1979 empieza con alguna formalidad esporádica pero ya hay rugby infantil en la zona. De hecho nosotros viajamos con dos colectivos a Neuquén. Allí, en el Alto Valle, de la mano de Arpayou nos recibían. Neuquen RC nació en 1976 y le dieron manija de entrada al rugby infantil».
¿Siempre estuviste con el rugby formativo?
«Tuve un par de épocas cortas en donde el club me convocó, en una oportunidad, para manejar un par de años la primera división y no hace mucho una división juvenil donde hoy hay varios de esos chicos en primera. Pero fueron períodos cortos, siempre estuve en el rugby infantil».
¿Me imagino, que recuerdos y anécdotas sobran?
«Hay muchos recuerdos. De los buenos y de los amargos. Son tantos años que siempre pasa alguna desgracia y es así. Varios de mis alumnos han fallecido en diversas circunstancias y eso me ha generado mucha angustia. Pero también son tantos los buenos momentos y las anécdotas que se generan a diario que en el balance la vida me ha deparado incontables alegrías. Siempre tengo el mejor de los recuerdos de Dieguito García Cavin, Fede Cibeira, Joaco Macedo, Axel Corti y Ema Pires... Los recuerdo con alegría pero también juzgo lo ingrata que es la vida muchas veces».
¿Recordás el inicio de los encuentros? 
«Los encuentros de rugby formales empezaron en 1980. Ese año nosotros trajimos a Belgrano Athletic. Llegaron en avión. Fue una experiencia tremenda. Los chicos no conocían las piedras, asi que además de jugar al rugby hicieron campeonatos de romper vidrios -recuerda como si hubiera sido ayer y a la vez se lamenta-. Me acuerdo el problema que tuvimos, producto de que se juntaron varios y le dieron duro a los ventanales. Fue terrible -exclama-. En ese viaje vino Lisandro Arbizu que con el tiempo fue capitán de los Pumas».
 

El maestro, en tiempo de pandemia

A Carlos Lorenzo, también le tocó afrontar la pandemia del coronavirus. Pero lejos de amedrentarse, el maestro tomó las herramientas y no detuvo su marcha de enseñanza. «Hemos sobrevivido a la pandemia. Yo daba clases por Zoom, con ejercicios incluidos a una división de ocho años. Si pasamos esa, todos los clubes estamos para mucho más. Creo que se ha crecido mucho, creo que se puede mucho mas. La escala no la debe dar la cantidad de gente que vive en la zona. La escala la debe dar nuestra dedicación. Me gustaría ver a los clubes adentro de las escuelas formando jugadores. Quizás falta aún tener mayor cantidad de maestros. Es cierto, pero con el número que hay, bien se podría lograr mucha más práctica. En mi club siemre lo reclamo, pero debo reconocer que estamos bien. Tenemos capacitación, organicidad y formalidad». 

Los viajes en colectivo, vivencias  inolvidables

«Las vivencias de los viajes no tienen desperdicios. En el año 1983 viajamos en un colectivo de 42 pasajeros 56 chicos y varios adultos a Paraná. Ibamos sentados de a tres. Fueron 36 horas. Esas patriadas no se hacen más. Este año fui con mi división a ver a los Pumas pero en avión. En verdad son cientos de viajes. Todos dejan buenas anécdotas. Sensacionales. En el año 1983 en una parada en San Antonio, en el kiosco le vendían revistas de mayores a los chicos, pleno destape en el inicio de la democracia. El lio que tuvimos para secuestrar toda la bibliograféa fue tremenda. Así eran todos los viajes, gracias a Dios nunca un problema que no se pueda resolver».

La anécdota con Andrés Yllana

Entre tantas anécdotas, «Lámpara» recuerda el paso del capitalino Andrés Yllana -ex jugador profesional de fútbol- por el rugby. «Jugaba muy bien. Pero era de los que te hacían renegar. Era Daniel El Terrible. Un dia me enojé y lo saqué a un costado de la cancha castigado por su comportamiento. Cuando me quise acordar ya no estaba en el club. Lo buscamos preocupados por todas partes, Y dónde estaba?- en Germinal. Recuerdo que estaba atajando (se ríe) y ahi quedó. Así que triunfó en el fútbol gracias a mí, que le di un escarmiento».
 

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