Si de historia se trata nuevamente «Balito» debe haber sentido una gran emoción transitar por los «Campos de Eliseo» o el Arco del Triunfo.
Seguramente algún día, cuando repase su historia desde la tranquilidad de su Rawson querido, le vendrá muy rápido a la memoria la gran proeza cumplida de volver a participar en la competencia ciclística más importante del mundo, nos referimos al Tour de Francia, luego de 8 años de ausencia.
Más allá que el equipo Lotto le halla encomendado la función de gregario, o sea trabajar para allanarle el camino a un compañero de equipo, igualmente se las ingenió en varias etapas para tener un marcado protagonismo entre los «grosos» de verdad.
Simplemente debemos recordar solo para las estadísticas que Sepúlveda en la última etapa finalizó en el puesto 106, tras recorrer 132 kilómetros en un tiempo de 3hs 07’30'’ y que en la general terminó ocupando el puesto 110. Que con 81hs 03’26'’ terminó a 5hs 02’54'’ del ganador por cuarta vez Tadey Pogacar.
A esta altura ya importan muy pocos las estadísticas. Sí recordar que fue el único argentino corriendo el Tour de Francia de 3338 kilómetros.
Seguramente con el paso del tiempo irán apareciendo otros ciclistas también importantes, pero nadie, absolutamente nadie podrá dejar de recordar a «Balito», un deportista que siempre se destacó por la entrega en los entrenamientos, por su hombría de bien, su humildad y el que más allá de los sinsabores que le deparó la vida, siempre contó con el respaldo incondicional de su familia en todo momento.
Sepúlveda viene ocupando desde hace varios años un lugar preponderante en el ciclismo argentino, de allí protagonista de tres Juegos Olímpicos, Río Janeiro 2016, Tokio 2020 y Paris 2024.
Además nada menos que cuatro participaciones en el Tour de Francia, en el 2015, 2016, 2017 y 2025.
Ya en la parte final de su carrera, en la que seguramente aún tendrá muchos frutos que recoger, si debe tener la tranquilidad del deber cumplido, que ha representado y representa con mucho orgullo al deporte chubutense y al argentino.
Ese pibe que un día anduvo sus primeros kilómetros en una bicicleta junto a su padre, el que lo dejó fisicamente -en un accidente- justo el día de haberse consagrado campeón Argentino Juvenil, supo reponerse con no poco dolor y hoy con el paso del tiempo sabe que hizo lo correcto.
Dedicó su vida al ciclismo, se superprofesionalizó, fue siempre un ejemplo de vida y ello lo llevó a cosechar cosas importantes.
Hoy cada amante del ciclismo sabe bien quién es Eduardo «Balito» Sepúlveda, porque los medios especializados le han dedicado importantes espacios, esos que se le gan a los grandes de verdad.