Tiempos felices
Por Carlos Alberto Melano
por REDACCIÓN CHUBUT 10/10/2025 - 19.34.hs
Cuando las brumas de la vejez van envolviendo el escenario cognitivo, aniquilando, disolviendo o disipando recuerdos, hay siempre situaciones que escapan a la deforestación mental que el tiempo ejecuta.
Muchas de ellas están emparentadas a momentos particulares o especiales esparcidos en nuestra labor periodística. Y al momento de convocarlas no se escabullen de nuestras inquietudes. Se muestran - por el contrario - con rasgos rotundos que evitan la persistencia del olvido.
Algo de esto -o todo- tiene que ver con mi estancia en la Patagonia por más de cuatro décadas. Estadía que abraza innumerables vivencias, entre ellas las que me anclaron al diario EL CHUBUT.
Si bien yo había tenido periplos en mi terruño santafesino, arribar a este medio patagónico incipiente aún, pero con una potencia indetenible de la mano de don José Sáez me hizo «sentir» periodista. Y me dispuso para devolverle a las páginas del matutino mi mejor versión -laboral se entiende - para acometer con entusiasmo -quizás más que con capacidad- las coberturas que se me encomendaban, todas ellas favorecidas por un respaldo logístico fenomenal de la empresa.
Todo se vio favorecido por el ideario que marcaba nuestro director, en una tarea ciclópea que lo único que escatimaba, era el descanso.
Algunas tormentas propias de las relaciones laborales parecieron oscurecer - sin lograrlo - el panorama casi familiar que se fue formando con compañeros chubutenses o foráneos a quienes no voy a nombrar para no caer en la eterna cuan válida explicación de no querer olvidar a nadie.
Como el título lo significa fueron tiempos felices. Me ubico en altas horas de la noche, tapizando mi escenario de trabajo con la ilusión de un buen artículo o archivando ese componente fundamental de los periódicos: las fotos. No era un escollo ni una molestia, era pura satisfacción.
Al llegar EL CHUBUT a sus bodas de oro, nos congratulamos -es posible que injustamente- por haber sido un pequeño engranaje en la marcha del mismo hacia su notable presente.
Para su director José María, para toda su familia y para el personal en su andamiaje más variado les dejo lo que estimo un adecuado regalo: las lágrimas en mis ojos, primera página de mi suplemento de afecto ...
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