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El Club Social y Deportivo Madryn cumple 101 años
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El Club Social y Deportivo Madryn cumple 101 años

La llegada del nuevo milenio marcó un antes y un después; en dos décadas, el club se transformó, se profesionalizó en lo deportivo, se reinventó en lo institucional, creció en infraestructura y se proyectó como modelo.

Por Gustavo Gómez.
Por REDACCIÓN SUPERDEPOR

Este miércoles 7 de mayo, el Club Social y Deportivo Madryn celebra 101 años de vida. Un siglo y un año de historia que comenzó cuando Puerto Madryn era apenas un pequeño pueblo costero y que hoy se proyecta desde una ciudad vibrante, con un club que ha crecido a la par, hasta convertirse en uno de los más importantes de toda la Patagonia.

El año 1924 fue el punto de partida. Un puñado de vecinos, quizás sin saberlo, fundó más que una entidad deportiva: dio origen a un sentimiento. Rafael Cosentino, el primer presidente, guió los primeros pasos de un club que todavía no soñaba con grandes estadios, ni ascensos, ni títulos, pero sí con pertenencia. Siete años lo tuvo al frente, sembrando una semilla que hoy florece en generaciones de madrynenses.
 


 

En la actualidad, quien lleva la responsabilidad de presidir la institución es Ricardo Daniel Sastre, que asumió en 2004 y ha alternado el cargo con su hermano mellizo, Gustavo, en una gestión que ya lleva dos décadas. Bajo su liderazgo, Madryn vivió una transformación profunda, no solo en lo deportivo, sino también en lo institucional e infraestructural, sentando bases sólidas para un futuro ambicioso.

Durante décadas, el mayor orgullo del club fue el pentacampeonato de fútbol logrado entre 1958 y 1963 en la Liga local. Los relatos de esos campeonatos aún sobrevuelan las sobremesas de muchas casas, cuando abuelos y nietos rearman alineaciones de memoria, repiten apellidos y evocan goles como si los hubieran visto ayer. Aquellos trofeos fueron durante años la mayor bandera del orgullo aurinegro, el argumento incuestionable ante cualquier comparación.

Sin embargo, el paso del tiempo trajo nuevos logros que expandieron las fronteras del club más allá del Valle. Y si la historia respira, es porque los sueños crecen. Con el cambio de siglo llegó también un cambio de era. En 2004, Deportivo Madryn comenzó a transitar el Torneo Argentino B. Diez años después, en 2014, pegó el salto al Federal A. Y en noviembre de 2021, frente a Racing de Córdoba y ante la mirada del país entero, alcanzó la Primera Nacional, escribiendo una de las páginas más brillantes de su historia. Hoy, desde esa vidriera, se atreve a mirar más arriba, sin ruborizarse, sin excusas. ¿La máxima categoría? No es una quimera. Es un norte.

La llegada del nuevo milenio marcó un antes y un después. En dos décadas de gestión, el club se transformó. No solo se profesionalizó en lo deportivo; se reinventó en lo institucional, creció en infraestructura, se proyectó como modelo. En pocas palabras, dejó de soñar para empezar a concretar.

Y si el fútbol es el corazón, el básquet es sin duda el alma. Desde la década del 80, Madryn fue protagonista en cada nivel competitivo: campeón en la Liga C (1986), animador del TNA, y protagonista durante tres temporadas en la Liga Nacional, en el máximo nivel del básquet argentino. Esos años marcaron a fuego el imaginario del club: partidos históricos, rivales ilustres, tribunas llenas, y la certeza de haber llegado.

 


 

El crecimiento edilicio del club también es parte fundamental de su historia. La sede sobre la rambla, construida en los años 50 durante la presidencia de Emilio Kirchmayr, era por entonces una rareza: una estructura solitaria frente al mar. Hoy, esa misma sede es una postal icónica del centro madrynense. 

El club se reinventó con el predio Poldo Remussi, un complejo modelo, con tres canchas de fútbol (una de ellas iluminada con capacidad para 25 mil personas), dos gimnasios, confitería, hotel, y espacios para múltiples disciplinas. Un orgullo para la ciudad y la región.

Pero Madryn no es solo fútbol y básquet. También es patín, natación, gimnasia, hockey, vóley, newcom, waterpolo, esgrima, danza, y muchas otras expresiones deportivas y culturales que forman parte de su presento o pasado de gloria. 

A 101 años del primer acta, es imposible contar esta historia sin mencionar a los que no están en las fotos: dirigentes silenciosos, socios leales, empleados incansables, hinchas que aman con pasión genuina, voluntarios que hacen club sin esperar reconocimiento. Ellos sostienen la historia, ellos también la escriben a diario.

El Club Social y Deportivo Madryn cumple un siglo y un año, pero no envejece: madura. Se apoya en su pasado para tomar impulso. Mira al futuro no como una incertidumbre, sino como un desafío. Porque el legado no es solo lo que se hereda, sino lo que se construye.

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El Club Social y Deportivo Madryn cumple 101 años

La llegada del nuevo milenio marcó un antes y un después; en dos décadas, el club se transformó, se profesionalizó en lo deportivo, se reinventó en lo institucional, creció en infraestructura y se proyectó como modelo.

Este miércoles 7 de mayo, el Club Social y Deportivo Madryn celebra 101 años de vida. Un siglo y un año de historia que comenzó cuando Puerto Madryn era apenas un pequeño pueblo costero y que hoy se proyecta desde una ciudad vibrante, con un club que ha crecido a la par, hasta convertirse en uno de los más importantes de toda la Patagonia.

El año 1924 fue el punto de partida. Un puñado de vecinos, quizás sin saberlo, fundó más que una entidad deportiva: dio origen a un sentimiento. Rafael Cosentino, el primer presidente, guió los primeros pasos de un club que todavía no soñaba con grandes estadios, ni ascensos, ni títulos, pero sí con pertenencia. Siete años lo tuvo al frente, sembrando una semilla que hoy florece en generaciones de madrynenses.
 


 

En la actualidad, quien lleva la responsabilidad de presidir la institución es Ricardo Daniel Sastre, que asumió en 2004 y ha alternado el cargo con su hermano mellizo, Gustavo, en una gestión que ya lleva dos décadas. Bajo su liderazgo, Madryn vivió una transformación profunda, no solo en lo deportivo, sino también en lo institucional e infraestructural, sentando bases sólidas para un futuro ambicioso.

Durante décadas, el mayor orgullo del club fue el pentacampeonato de fútbol logrado entre 1958 y 1963 en la Liga local. Los relatos de esos campeonatos aún sobrevuelan las sobremesas de muchas casas, cuando abuelos y nietos rearman alineaciones de memoria, repiten apellidos y evocan goles como si los hubieran visto ayer. Aquellos trofeos fueron durante años la mayor bandera del orgullo aurinegro, el argumento incuestionable ante cualquier comparación.

Sin embargo, el paso del tiempo trajo nuevos logros que expandieron las fronteras del club más allá del Valle. Y si la historia respira, es porque los sueños crecen. Con el cambio de siglo llegó también un cambio de era. En 2004, Deportivo Madryn comenzó a transitar el Torneo Argentino B. Diez años después, en 2014, pegó el salto al Federal A. Y en noviembre de 2021, frente a Racing de Córdoba y ante la mirada del país entero, alcanzó la Primera Nacional, escribiendo una de las páginas más brillantes de su historia. Hoy, desde esa vidriera, se atreve a mirar más arriba, sin ruborizarse, sin excusas. ¿La máxima categoría? No es una quimera. Es un norte.

La llegada del nuevo milenio marcó un antes y un después. En dos décadas de gestión, el club se transformó. No solo se profesionalizó en lo deportivo; se reinventó en lo institucional, creció en infraestructura, se proyectó como modelo. En pocas palabras, dejó de soñar para empezar a concretar.

Y si el fútbol es el corazón, el básquet es sin duda el alma. Desde la década del 80, Madryn fue protagonista en cada nivel competitivo: campeón en la Liga C (1986), animador del TNA, y protagonista durante tres temporadas en la Liga Nacional, en el máximo nivel del básquet argentino. Esos años marcaron a fuego el imaginario del club: partidos históricos, rivales ilustres, tribunas llenas, y la certeza de haber llegado.

 


 

El crecimiento edilicio del club también es parte fundamental de su historia. La sede sobre la rambla, construida en los años 50 durante la presidencia de Emilio Kirchmayr, era por entonces una rareza: una estructura solitaria frente al mar. Hoy, esa misma sede es una postal icónica del centro madrynense. 

El club se reinventó con el predio Poldo Remussi, un complejo modelo, con tres canchas de fútbol (una de ellas iluminada con capacidad para 25 mil personas), dos gimnasios, confitería, hotel, y espacios para múltiples disciplinas. Un orgullo para la ciudad y la región.

Pero Madryn no es solo fútbol y básquet. También es patín, natación, gimnasia, hockey, vóley, newcom, waterpolo, esgrima, danza, y muchas otras expresiones deportivas y culturales que forman parte de su presento o pasado de gloria. 

A 101 años del primer acta, es imposible contar esta historia sin mencionar a los que no están en las fotos: dirigentes silenciosos, socios leales, empleados incansables, hinchas que aman con pasión genuina, voluntarios que hacen club sin esperar reconocimiento. Ellos sostienen la historia, ellos también la escriben a diario.

El Club Social y Deportivo Madryn cumple un siglo y un año, pero no envejece: madura. Se apoya en su pasado para tomar impulso. Mira al futuro no como una incertidumbre, sino como un desafío. Porque el legado no es solo lo que se hereda, sino lo que se construye.

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