El nombre de Eduardo Bjerring quedará marcado a fuego, de manera indeleble, para siempre. Nadie podrá borrar sus locuras y el sueño que él mantuvo desde siempre para que los pibes del pueblo tengan un lugar para practicar deportes. Y esto se hizo realidad.

En sí, el gimnasio ya tiene varios años de existencia, pero faltaba un detalle, un pequeño acto de justicia. Colocarle el nombre de Eduardo a una estructura que la soñó, que la dibujó en una maqueta y que la hizo conocer de todas las maneras posibles, como un loco, como lo que era.

Justo a un año de la desaparición física de un personaje increíble y entrañable, la comunidad de Trevelin le brindó un homenaje por demás merecido. Es cierto que las lágrimas fueron parte del paisaje, pero quienes hoy lloran por Eduardo deben saber que, si no fuera por él, la vida deportiva sería otra, totalmente diferente.

Hubo un antes y un después de aquella locura de la maqueta. Eduardo dejó su vida (literalmente su vida) para que los peques de la comunidad de Trevelin puedan practicar deportes, sin importar su condición social o económica

El derecho de practicar un deporte lo puso en práctica desde siempre. Cargando a los chicos a un viejo vehículos para llevarlos a todos a Esquel. O más acá en el tiempo, todos arriba de una trafic verde que tenía el municipio hace muchos años, cuando la idea era acercar las distintas actividades deportivas a los diversos parajes.

Este sábado por la mañana hubo un pequeño acto de justicia, reconocer a uno de los grandes amigos que nos regaló el deporte, la dirigencia, la política, la militancia. Un gran compañero, leal, amante del ajedrez, del ciclismo y del deporte social.

Un padre de familia y abuelo ejemplar. A partir de ahora el Gimnasio Municipal que está dentro del Polideportivo Evita tiene su nombre, merecido nombre: Gimnasio Municipal “Eduardo Bjerring”.