Carta del Lector

Níger y sus minas de uranio II

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La minería del uranio en África ha planteado desafíos sociales y medioambientales significativos y provocado graves problemas políticos. Uno de los principales asociados a esta actividad es el impacto en las comunidades locales, en los trabajadores de las minas y en el agua del desierto. 

El río Níger nace en Tembakounda, Guinea, atraviesa Malí, y Níger, sirve de frontera entre Níger y Benín, atraviesa Nigeria y desemboca en el Golfo de Guinea, Océano Atlántico. Dos países han tomado su nombre para designarse NIGER y NIGERIA.  Níger es un territorio interior y Nigeria tiene costa sobre el océano Atlántico. Níger limita con Argelia, Libia, Chad, Nigeria, Benín, Burkina Faso y Malí.  

 


En el desierto del norte del Níger falta agua y sobra uranio, mineral que desde hace unos 50 años viene explotando Francia con su empresa minera. Para extraer y tratar ese mineral en pleno desierto, hace falta agua, mucha agua, para fabricar el yellow cake, el uranio mineral concentrado. 

 


El agua es el talón de Aquiles de la actividad, Occidente nunca movió un dedo para proporcionársela a la población local. Lavar los bloques de mineral de uranio extraído es condición indispensable para poder acondicionarlo, 

 

El yacimiento de Imouraren, que debía producir 5.000 toneladas anuales durante 35 años, está parado desde 2014, continúa paralizado e incluso ha habido aún más complicaciones para su futuro.

 

En junio de 2024 la empresa Orano (la nueva denominación de la francesa Areva) que tenía la licencia, había manifestado su intención de reanudar los trabajos, pero las autoridades nigerinas revocaron su permiso de explotación el 20 de junio de 2024.

 

Esta decisión se produjo en un contexto de tensiones entre Níger y Francia, tras el golpe de estado militar de julio de 2023.

 

Orano considera que la retirada del permiso no cumple con los acuerdos y licencias concedidas, y se ha reservado el derecho de iniciar procedimientos legales. De hecho, en marzo de 2025, Orano inició un arbitraje contra Níger ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) por esta disputa.

 

El gobierno surgido del golpe ha endurecido su pulso con la francesa Orano, que durante más de 50 años ha dominado la explotación de uranio en el país. 

 

Bajo el liderazgo del general Abdourahamane Tchiani, la junta militar ha iniciado una revisión de todos los acuerdos mineros con compañías extranjeras, con el objetivo de recuperar el control sobre sus recursos y garantizar mayores beneficios para el Estado y la población. 

 

La ofensiva contra Orano, la empresa uranífera cuyo principal propietario es el Estado francés, ha desatado una crisis con implicaciones ambientales, sociales y geopolíticas.

 

En junio de 2024, como dijimos, Níger revocó el permiso de explotación de la compañía en el yacimiento de Imouraren, uno de los mayores del mundo. 

 

En diciembre, el Consejo Nacional tomó el control operativo de Somaïr, la principal filial de Orano en el país, que había suspendido su producción en la mina de Arlit. 

 

El pasado 5 de mayo, fuerzas de seguridad nigerinas irrumpieron en las oficinas de las filiales de Orano en Niamey, confiscaron documentación y equipos, y detuvieron a su director local, Ibrahim Courmo.

 

La presión sobre Orano no proviene solo del Gobierno. El pasado mes de abril, sociedades civiles presentaron una denuncia ante el Tribunal Superior de Arlit, acusando a la empresa de poner en riesgo la salud pública por posibles fugas radiactivas. 

 

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